Tiempo ...

Se acaba el año... se acaba una etapa de la vida de cada uno de nosotros, una etapa que tal vez recordaremos mas adelante. Y seguro que ese recuerdo será completamente distinto a la realidad de hoy. El tiempo, ese tiempo mitigador, ese tiempo que cura, se encargará de pincelar adecuadamente las rasgos que hoy mismo tenemos marcados a fuego, con dolor, con ira.
En otro momento distinguía la capacidad de la naturaleza de hacernos ver, sin que seamos conscientes de ello, ese paso del tiempo. Aprendemos de ella, pero no lo suficiente. Porque nuestra estructura vital se ha tornado, como ya apuntaba, lejana a la esencia de la naturaleza.
Por empezar por algo, que día a día pretende enseñarnos y no aprendemos, podemos hacerlo con lo efímero de las cosas. La virtud de los elementos bellos, y no tan bellos, que la naturaleza nos ofrece viene condicionada por su carácter temporal, por su momento. El hombre, como elemento de esa naturaleza, es el único que ha pretendido romper con esa regla de oro. Inventando sistemas que “perduran”, que se instalan en nuestro mundo para perdurar, perdurar mas allá de lo que “naturalmente” es posible.
Y en medio de esos impulsos “sociales” de perdurabilidad, nos encontramos nosotros, naturales y sujetos al paso del tiempo. Paradójicamente, formamos parte de esa sociedad que se orienta a la “inmortalidad” con nuestra mortal y natural condición.
Es perverso pretender que la afectación del tiempo en nuestras vidas sea sea una condición limitante de nuestra “participación social”. Pero es mas perverso pretender que esa participación vaya a hacer de nosotros escapistas de la naturaleza.
Nos falta la aceptación de esa condición, la asunción de nuestra naturaleza.
Alguien pretende ver en esa capacidad de formar el futuro una esencia de la propia naturaleza humana. Cabe ese planteamiento, como también caben muchos otros de tipo espiritual.
No pretendo limitar esa espiritualidad, no pretendo echar por tierra las esperanzas que se van acumulando en la bolsa de cada uno de nosotros. Pero si quisiera que cada brizna de esperanza, cada intento de perdurabilidad se viese acompañado, que no limitado, por la correcta percepción de sus objetivos, por la correcta consideración de sus características naturales.
Así nos presentaremos ante el nuevo año.

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