Aprender de Niza...



Aprender a hacer. Aprender a creer, crecer, conocer, querer, y en suma, aprender, aprender a vivir.
Aprender a entender, a comprender hasta lo que significa eso mismo: aprender.
La civilización llamada así, entre otras cosas, porque la vida se desarrolla en la civis. Y es así porque nos necesitamos los unos a los otros, porque nosotros solos no somos capaces de sobre-vivir. Si, con guión, porque es vivir por encima de lo que la propia naturaleza nos dió.
Y sobre-vivir no es sobrevivir, sino desarrollase creciendo, conociendo, aprendiendo y queriendo, a unos y a otros, a los mas pobres y a los mas ricos.
De Niza, de esa matanza no aprenderemos, no conseguiremos establecer un desarrollo sensato de los motivos de la tragedia. Y será así porque quienes están manipulando, que no manejando, los destinos de los demás, no van a querer entenderlo. No pueden entenderlo, no deben entenderlo y no lo entenderán. Si en este país nuestro, que pertenece a una Europa desmembrada, no aprendemos con todo lo que nos hacen los burócratas y los politiqueros de turno, ¿como entender que significa rebelarse, revolverse como uno de esos toros que tanto ha representado a nuestro país y acabar dando una cornada sangrante a quienes estén amañando la masacre?
Si masacre porque ayer murieron sólo 72 personas (y lo digo con el respeto y cariño que merecen todos y cada uno de ellos), pero no tenemos en cuenta cuantas han acabado su vida antes de tiempo porque el sistema, que tanto respetamos y protegemos, les ha dado la espalda.
Ayer una persona que vivía en una ciudad, dijo basta. Y ese basta lo transformó en una masacre y un suicidio, el suyo propio. No estoy haciendo apología, estoy viendo desde afuera los hechos, con la objetividad de la distancia y la suficiente información para emitir esta simple opinión.
La crisis, que no es otra cosa que una desviada evolución de la civis, no justifica cómo se está tratando a las personas, a los niños de países civi-lizados, a ancianos... a tanta gente que en sus manos no tiene otra cosa que pobreza. Son culpables de ser pobres, son lo que ha de esconderse detrás de ese muro de felicidad que emana de las “clases altas”.
Ayer uno de esos pobres se reveló y como el toro embistió, aunque errase en su objetivo. Los culpables no eran los sacrificados, (al menos no todos) pero eso no lo sabía. Sólo podría pensar, craso error, que cualquiera de ellos estaba robandole su vida y así acabó, sin ella.
No faltó inmediatamente el político, “politicamente correcto” que atribuyó el hecho a los grupos terroristas. Señor político: hay terroristas de guante blanco que matan mas almas que los de sable en ristre. Tenga mas prudencia la próxima vez. Porque la habrá. Hoy la vida ha perdido valor para muchos, muchos.. y a veces acaban con ella porque se acabó su tiempo.
Obligo desde este escrito a que los que vivimos en las civis (a todo el mundo) a que aprenda.
Y obligo mas aún a aquellos que están actuando en busca de sus propios intereses a que aprendan a creer en los demás, a que les quieran para así comprenderlos y protegerlos. Así, entre todos evitaremos situaciones como la de ayer y llegaremos a comprender hasta a los terroristas reales que no han sabido crecer y olvidaron a su paso el querer.
Si esto es pedir mucho, sigan ustedes con fusiles, legislen recortes de derechos, protejan sus jaulas doradas y abandonen a sus iguales porque para ustedes no lo son. No quiero pensar el peligro que supone esa actitud y menos aún comprender el porqué se sigue insistiendo en ella, no gana nadie en la batalla (la vida ya no tendrá valor).

Duerme, no queda nada. (F. García Lorca)