Influencias, prescriptores, informaciones...


El término prescriptores lo he utilizado abundantemente en ocasiones anteriores. Creo que hoy en día, y así se ha justificado, la influencia que llegan a tener es lo sufiencientemente grande como para reincidir en los efectos de sus actuaciones.
Si añadimos que un prescriptor puede situarse en diversos ámbitos de la vida social y que uno de esos ámbitos suele ser la industria mediática, concluiremos en que la superposición del informador con el prescriptor puede llegar a producir graves efectos (por defectos) en la información que se ofrece al ciudadano de a pié.
Ayer Antonio García Barbeito lamentaba la agresión producida a Hermann Tertsch en un escrito que concluía con la frase: “No me preocupan las plurales ideas de España”.
A mi me preocupa enormemente que se esté tendiendo a la radicalidad en esas ideas plurales. Que se tienda a aprovechar situaciones con gran repercusión mediática para, extrapolar conductas que no se han comprobado. Que se infieran acusaciones cuya única motivación es la pluralidad de esas ideas que García apunta.
Y todo ello por faltar al principio de la profesionalidad (los informantes) y al principio del respeto (los políticos de turno).
Así pues, ante situaciones como esta, solo debe caber la prudencia, prudencia hasta recabar y confrontar informaciones, prudencia hasta ser conocedores de los hechos y prudencia a la hora de pronunciarse ante un público que, lejos de participar en batallas mediáticas, pretende ser conocedor de los hechos, de la verdad.
No sirven argumentaciones de comportamientos previos, si Tertsch viene manteniendo una actitud insolidaria, si sus criticas y manifestaciones se encuentran en los límites de lo moral y hasta legalmente posible, es harina de otro costal.
Los hechos son los que han de marcar las pautas. Su investigación, su análisis, independiente de cualquier predisposición personal, ha de prevalecer sobre cualquier otro interés.
Y curiosamente ante situaciones como esta, esos hechos son los menos conocidos. Porque de otro modo los titulares hubiesen apuntado en que circunstancias se produjo la agresión, tal como algún medio bien informado señalaba “una agresión sin componente ideológico”. Hubiesen concretado con claridad que se produjo “a altas horas de la madrugada” (nocturnidad y alevosía). Hubiesen indicado como otras fuentes lo hicieron que “bien pudiera haberse debido simplemente a un atraco o una pelea” (que a casi cualquiera le puede pasar).
Pero esas interpretaciones de unos hechos aún no probados no “arrastran audiencia”, es mas fácil, aprovechando la cualidad de prescriptor, derivarlas hacia posiciones mas “provechosas”.
No importa si ese comportamiento acaba afectando a alguien, si en el “fragor de la batalla” se acude a mentiras proferidas por el político de turno para acaparar audiencia. Todo vale, vale.
(Sea esta última palabra como fuere usada por Cervantes, la despedida.)

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