CASTRO, otro más..


Castro, otro mas que va a pasar a la "memoria de la humanidad". Se lo ganó a fuerza de ser, de sentir, como su pueblo. Y cuando digo pueblo digo pueblo llano, ese que subsiste, que tiene como objetivos vivir (o sobrevivir) de la mejor manera posible.
Y Castro lo consiguió, consiguió que su pueblo viviese a pesar de los castigos de los estados totalitaristas del dinero, que no todo es comunismo.
¿Cuantas cuentas en Bahamas se ha llevado Castro? ¿Cuántos grifos de oro y plata tenía en su casa?
Lo importante de un mandatario, aunque le llamen dictador de izquierdas, es que realmente defienda a su pueblo, que esté con el realmente, sin trampas (no como Rajoy, Trump o Merkel). Y eso pocos lo han conseguido porque el poder político se convierte fácilmente en poder económico y al final en corruptelas y corrupciones a gran nivel. Yo veo a Castro como alguien que no perdió su norte a pesar de los embates del resto del mundo, que no buscó su futuro sino el de todos los suyos.
Las críticas siempre han venido de los exiliados capitalistas que perdieron su oportunidad de enriquecerse en Cuba pero la han aprovechado en otro sitio. Los deportistas de élite que se formaron en Cuba y cuando vieron el "dinerito" cayeron en el "es mio" y no lo comparto.
Sölo faltó que perdiese el miedo a la derrota de su sistema. Eso ha acabado lastrando el éxito del mismo y la repulsa de los "democráticos". No sabemos que hubiese pasado.
Cuba ha sido, y será durante algún tiempo un experimento de lo que puede suceder cuando se respeta al pueblo. ¿Cuantas mafias aparecieron a partir de la supuesta caída del comunismo ruso, no porque sea buen ejemplo?
Si seguimos el ejemplo de Cuba, si aprendemos de su proceso y lo comparamos con los modelos neoliberales de los gobiernos "progresistas" que nos queda...
Reflexionemos y que el fin de una vida dedicada a los demás sea un aliciente para seguir su camino, con fuerza y perseverancia....

VALENCIANOS, RITA HA MUERTO


Por increíble que parezca, ha dejado de existir la que otrora abanderaba el bastón de mando (que no quería soltar) de la ciudad de Valencia. Lo ha hecho en una habitación de hotel, no en su cama.
Todos la querían (lo dicen ahora, aun caliente) cuando hace tres dias era desprecio y elusión lo que le profesaban.
Ahora hasta su mismísimo “amigo”  Mariano y presidente del Gobierno, le había llamado dos días antes.
Se critica la lentitud de la justicia como una causa. La propia enterrada fué la que dilató todo lo posible el proceso (acaso será su culpa).
Se critican a los medios, cuando la mayoría está en mano de esa derecha española de charanga y pandereta, sólo buscaban eso: la charanga de Rita (acaso ella no pertenecía a esa derecha).
Todo son críticas para culpabilizar de un suceso a alguien o algo.
Siempre es lamentable que alguien nos deje, nuestra cultura no está preparada para la muerte. Pero es un proceso más sin el cual no habría vida, aceptemoslo.
Lo sorprendente no es el hecho sino el momento en que se produce. Una persona curtida, no sufre un infarto por declarar ante el supremo. Lo más difícil estaba por llegar y posiblemente para eso no estaba preparada. Tal vez por eso era el momento adecuado de dejar de existir. Tal vez había intereses generales en ciertas organizaciones para que no siguiese declarando. ¿Cuantas veces se realiza una autopsia tras un infarto declarado por un médico?: pocas o ninguna. Pero debía dejarse constancia de que no había habido “mano negra alguna” en su defunción. Y si la hubo, se tomó la molestia de no dejar rastro (no es tan difícil).
La política se está convirtiendo en un terreno resbaladizo en el que, a poco que no sigas la senda, puedes caer.
Ojala tras el paso de Rita nos demos cuenta de que hizo cosas, buenas para los suyos y no tanto para los demás, vació las arcas directa o indirectamente  y lo peor, para gloria suya.
En fin, la gloria dura poco para aquellos que no han sabido acertar a extenderla. Dentro de poco su nombre será un recuerdo ingrato para unos y para otros la pérdida de prebendas.
Con todo, descanse en paz, y si se reencarna que haya aprendido lo que le depararon sus últimos días: el valor de la amistad o de la falta de ella. Que no se ganen batallas a su costa. El Cid ya murió.