Dedicado a Felipe.....

Cuando tienes treinta años no pasa por tu cabeza que un día llegaras a los sesenta o sesenta y cinco y dejarás de trabajar.
Cuando tienes treinta años aspiras a “dejar huella” poniendo tu esfuerzo (las mas de las veces infravalorado) en que tu trabajo sea algo especial.
Cuando tienes treinta años, te excitan los retos, te apasionan las ideas que van surgiendo y hasta llegas a emocionarte si (aunque sea por casualidad) alguien valora tu trabajo o tus ideas.
Cuanto tienes treinta años te empeñas hasta la extenuación en mostrarte y mostrar a los demás tus capacidades, como queriendo manifestar que lo que ya has aprendido, puedes y debes ponerlo en práctica.
Pero no siempre se tienen treinta años. El tiempo pasa, inexorable, monótono y adormecedor.
Y ese tiempo, que va pasando para ti, ha pasado antes para otros que recorrieron antes el camino, que tropezaron repetidamente con las piedras que hoy tienes a tus pies y te invitan a caer.
Pero de nada sirve que la senda que recorres, la hayan pisado con anterioridad, la hayan cuidado y hasta la hayan trazado para que otros como tu tengan un paso mas firme. Les ignoras, les menosprecias porque “ya no tienen treinta años como tu”. Y aunque no siempre sea menosprecio, si lo es hacer caso omiso de las indicaciones que pueden ofrecerte.
Vuelvo a repetir que la experiencia no se gana con las series de acontecimientos que nos van sucediendo sino con la reflexión sobre ellos. De este modo puedes tener treinta años y mas experiencia que “algunos” de sesenta y cinco, pero difícilmente superaras a quien con esa edad ha sabido reflexionar en su acumulo de acontecimientos.
Asumir el cumplir años no se hace fácil cuando la sociedad te está trasladando continuamente directa o soterradamente mensajes de los valores de la juventud. Mensajes que por otra parte se quedan en la pura imagen, elemento que ya se han ocupado de que llegue a tener mas valor que cualquiera de aquellos otros que puedan considerarse en la persona.
En unos momentos históricos en los que en nuestro país la pirámide de edad se está invirtiendo, pretender que los “valores” de la juventud orienten nuestras vidas es despreciar a la mayoría (actitud claramente antidemocrática). Pero los “valores” de los que ya no tienen treinta años no “venden”, no llegan al ciudadano. El motivo ya se ha expuesto, continuamente se han exarcerbado los “valores de la juventud”, siempre en detrimento de otras alternativas.
Una de esas alterativas es llana y sencillamente, aplaudir a manos llenas a nuestros compañeros que tras una vida de dedicación al trabajo se han ganado, bien merecidamente, un descanso. De ellos, los que hemos prestado atención, hemos aprendido. Por ellos hemos encontrado mas llano el camino. Y por ellos seguiremos en nuestro peregrinar hasta que nos llegue el momento de nuestro descanso. Un descanso que nos sirva para seguir creciendo en valores personales, en nuevos acontecimientos vividos, en mas conocimientos afianzados en una experiencia reflexiva y enriquecedora.
La vida puede empezar a los sesenta y cinco y no acabar nunca.......

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A los diez años aun te quedan ilusiones.

A los veinte es cuando te das cuenta de lo que es todo, y entonces empiezas a buscar cualquier escusa para evadirte y alienarte.

Pasan diez años, y ya sabes perfectamente lo que es pasar por el aro; Hoy con treinta años ya estás quemado del trabajo.

Con cuarenta te entra el YUYU, ves que la gente se va muriendo a tu alrededor. Empiezas a hacer tonterías como ponerle los cuernos a la mujer con cualquier viora huertana, y al poco los automatismos te han convertido en un perfecto hijo de puta que piensa completamente distinto de lo que hace.

Con cincuenta ya has visto de frente a la muerte. Sabes que todo ha fracasado, y llevas ya más de 20 años detrás de una máscara. Ahora es cuando te das cuenta de que no aprenderás nada de esta vida, más que a dar y recibir palos.

Con sesenta años cuentas los minutos que te quedan, y te parece que todos a tu alrededor se han vuelto locos, y que no has entendido una mierda de tu vida. Pero te basta con saber que pronto te jubilares: tu único objetivo.

Con setenta es cuando te das cuenta de que estás más solo que la una, y de que cuando te mueras estarás así, solo. Cada vez ganas y gastas menos, y recuerdas todas las tonterias que has hecho, y te maldices por haber malgastaqdo tu vida.

Con ochenta, si no te duelen todos los huesos, estas medio ciego o medio sordo. Y es ahí donde puedes recuperar un poco de felicidad. Porque poco a poco comienzas a olvidar, y a mirar las cosas con perspectiva: Te alegra saber que la gente de ahora es aun más gilipollas, y al menos el reirte del mundo te salva un poco.

Si llegas a noventa sabes que cualquier dia puede ser el último. Con esta edad nuestro semblante adopta cierto gesto de beatitud, felicidad. Pero no es más que en nuestro rostro se ve la muerte, cercana, sabia, siempre agradecida.

Si has llegado a los cien te preguntas el porqué: porqué tu, y no otros. Entonces te alegras de que la vida sea tan injusta por haberte elegido a ti, que no vales pa nada. Y entonces eres feliz, porque al menos has tenido tiempo de ver que la vida no era nada más que un sueño. Pero sobre todo te alegras por haber visto morir a tanto hijo puta, y orgulloso esperar culminar tu colección de esquelas con la tuya propia.


Conclusión: te veo muy positivo!

Anónimo dijo...

Si del Felipe que hablas es de Felipe Segundo, el que yo conozoco, este señor NO se merece un aplauso: Se merece un libro. Y no le deberían consentir que deje de trabajar. Yo lo pondría a hacer aerobic en el gimnasio, pa que nos se nos aduerma mientras no está contratado en una cosa u otra.

Aprovecho para saludar a tanto productor-basura que se dedica a contratar a los mejores profesionales de la comunidad con contratos de mierda.

Anónimo dijo...

¡ Toni por favor..... quiero jubliarme ya con 55 tacos ¡

Tu friend amigo J. Vicent lerma